lunes, 21 de abril de 2014

El maestro

Por Yesid González

Siempre que pienso en mi profesión llega a mi mente la película La lengua de las mariposas y en especial su banda sonora, El maestro, interpretada por Patxi Andion. Son éstas aliciente para mí dentro de una sociedad que poco o nada agradece a sus maestros. Y es que ser maestro en Colombia no solo sigue siendo una profesión peligrosa, ya que muchos grupos al margen de la ley nos han catalogado como objetivos militares e ideológicamente cercanos a otros, sino porque seguimos tal y como lo confirma la revista Portafolio, siendo los profesionales peor pagos del país.

Por lo anterior, es que mis estudiantes de último grado, cuando piensan en su profesión, no contemplan la idea de ser maestro. Quiénes mejor que ellos para conocer que la profesión docente los condenará, a tener dos y tres trabajos para lograr compensar el déficit en su canasta familiar, con ese panorama ¿A qué horas se forma o investiga un docente? y aunque muchos  lo realizan sacrificando familias y vida privada, no es suficiente para la crítica de tecnócratas y periodistas. Ya que en este país todo el mundo está autorizado para dirigir la educación y hablar de los maestros, menos los directamente afectados por una profesión que perdió su "aura" hace ya bastantes años. A pesar de lo que quisiera la sociedad, los maestros son seres humanos. Personas de carne y hueso, plagados de sueños, amores, frustraciones, odios, vicios y adicciones.

Pese a esto, la pregunta siempre será la misma: ¿Cómo mejorar entonces la profesión docente y por antonomasia la calidad de la educación? Obviamente, la respuesta no está exclusivamente en la profesión docente. Ser buen docente requiere de condiciones, no sólo salariales, sino laborales. Esperar que la educación mejore cuando los maestros lo que hacen es minimizar un problema social fruto de la inequidad (Recordemos Gini). Es decir, la calidad de la educación no es una responsabilidad exclusiva del docente, también lo es del Estado y la familia. Por eso, no se puede caer en el juego de los resultados de las pruebas censales nacionales e internacionales, porque en ellas los maestros volvemos al paredón de los medios masivos de comunicación ¿El argumento? Que los estudiantes de licenciatura son los peores del bachillerato. La respuesta es sí, pero no del todo. Es decir, si bien es cierto que los estudiantes de licenciatura tienen promedios bajos, eso no es exclusivo de los estudiantes de licenciatura. Los promedios bajos son extensivos a casi todos los estudiantes de colegios populares, porque la educación en el país está sectorizada. En palabras de Mauricio García Villegas, la educación no ha sido pensada para la movilidad social "porque cuando ricos y pobres estudian en planteles separados y existe gran diferencia en la calidad de su formación, la escuela solo sirve para perpetuar las jerarquías sociales".

En este sentido, un estudiante en condiciones económicas precarias, que no puede adquirir el acumulado cultural de un estudiante de la elite criolla, que viaja constantemente dentro y fuera del país, rodeado de profesionales que contribuyen a su formación, quiere acceder a la educación superior, sólo puede contar con la educación pública, e infortunadamente los exámenes de ingreso a estas Universidades están diseñados para que el estudiante promedio no los supere.


Bajo estas condiciones,   un primer paso para superar la crisis, es garantizar la igualdad de oportunidades y recursos para todos los estudiantes en medio de una jornada única que contemple un salario digno para los maestros.

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